Principio
El nitrógeno, presente en muchas sustancias, puede transformarse frecuentemente en amoníaco. El amoníaco, y por tanto el nitrógeno, se reconoce por su olor característico. Se llenan dos tubos de ensayo con copos de hidróxido de sodio y cloruro de amonio o gelatina en polvo. Los tubos de ensayo se calientan sobre un quemador y se realiza una prueba de olor.
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